¿Crecen más los bosques sin la intervención de los humanos?

La respuesta puede parecer muy obvia al principio. Aparentemente es lógico pensar que los bosques crecerán mejor si los humanos no intervenimos lo más mínimo en su desarrollo. Pero veamos cual es la realidad de los montes españoles.

En España ha existido una larga tradición de aprovechar la riqueza de nuestros montes, dando lugar a una actividad forestal que ha ido moldeando nuestros bosques durante cientos de años. Los ecosistemas que actualmente tenemos en España son fruto de esta interacción entre los seres humanos y los bosques. Algunos tan únicos como las dehesas españolas existen exclusivamente gracias a la integración de la actividad humana en su ciclo. Estos ecosistemas se han asentado en nuestro territorio y han pasado a ser el hogar de muchas especies de flora y fauna. El cese de cualquiera de los componentes que conforman su ciclo supondría un desequilibrio que rompería la delicada balanza que existe entre los seres vivos que habitan en un ecosistema y el propio ecosistema.

Pero ¿qué implica que la actividad humana forme parte de los ciclos de un ecosistema?

En España llevamos muchos años cuidando de los bosques y aprovechando sus recursos. Existe la falsa creencia de que los aprovechamientos forestales son una causa directa de la deforestación y de la degradación del monte. En muchas ocasiones al hablar de “extracción de madera” se asocia a una idea equivocada y parece que realmente se esté diciendo “tala indiscriminada de árboles”, lo que no se corresponde en absoluto con la realidad.

En verdad, cuanto más se cuide un bosque mejor crecerá este. Sacar la madera vieja no es más que darle vida al bosque. Extraer árboles disminuye la competencia, asegura que los árboles que no se hayan extraído crezcan mejor, más sanos y más fuertes, en otras palabras, rejuvenece la masa y la fortalece, lo que favorece al resto de la flora y, por supuesto, a la fauna. Una gestión adecuada, prescrita por un profesional, legal y equilibrada beneficia al bosque, en ningún caso lo perjudica y mucho menos conlleva a la deforestación de los montes.

Pero, la gestión forestal no solo ayuda a que los bosques crezcan en estado saludable, sino que además puede potenciar el aumento de la superficie forestal de un territorio. Un claro ejemplo de ello es Suecia. Este país ha duplicado su masa forestal en menos de 100 años y, a su vez, está proporcionando el 10% de la madera del comercio mundial. Aunque a priori pueda parecer una incongruencia, este hecho es algo perfectamente factible. Suecia ha sabido orientar sus esfuerzos a proteger sus bosques y la industria de la madera al mismo tiempo, y ha obtenido un resultado muy beneficioso, tanto para su economía como para sus montes, ya que el 70% del territorio está ocupado por bosques.

En cambio, en España la cultura forestal es mucho menor y el desconocimiento de lo que este sector supone para nuestros montes es algo generalizado. Un dato que a muchos sorprenderá es que vivimos en el segundo país de la Unión Europea con mayor masa forestal, después de Suecia. Sin embargo, el aprovechamiento que hacemos de la misma es bastante reducido, lo cual solo nos perjudica. Los bosques españoles tienen un enorme potencial en el sector maderero. Cuidar y gestionar esas masas forestales es algo beneficioso por muchos motivos: genera empleo e industria, evita el abandono de las zonas rurales, disminuye el riesgo de plagas e incendios forestales, aumenta la cultura forestal y el respeto por los bosques. Aprovechamientos como el pinar de Valsaín son la prueba viviente de que una gestión forestal sostenible es la causa de un monte cuidado y sano.

Si queremos disminuir la deforestación causada por los incendios, la mala gestión, el exceso de agricultura y el abandono rural y fomentar el crecimiento de nuestros montes tenemos que promover un sector forestal donde la materia prima sean los bosques, gestionados de manera responsable y sostenible.

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