Las clases resistentes de las vigas de madera
La madera es un material con unas propiedades sobresalientes, lo que la convierte en un elemento muy presente en la industria de la construcción que poco a poco va recuperando la relevancia que tuvo antes de la aparición del hormigón o el acero como materiales constructivos. Se hace mucho hincapié en sus propiedades mecánicas y su alta resistencia, pero pocas veces se apoyan estas afirmaciones en datos técnicos que demuestran que efectivamente la madera es más que apta para su uso en edificación y, concretamente, en la fabricación de vigas. Aunque hay evidencias reales de construcciones que se han realizado con madera y que han perdurado con el paso del tiempo, es necesaria la existencia de ensayos y pruebas que demuestren de forma empírica la resistencia de este material.
No obstante, no toda la madera se puede emplear en la elaboración de vigas. La madera que va a tener un uso estructural tiene que cumplir unos requisitos específicos, es decir, tiene que tener unas determinadas propiedades mecánicas demostradas en un ensayo homologado. A esta madera se la denominará madera aserrada para uso estructural. Es importante hacer esta distinción ya que no todas las especies de las que se obtiene madera aserrada, así como no toda la madera que se procesa para sierra, cumple las condiciones mínimas para poder emplearse como madera estructural y obtener vigas de madera con ella.
Los ensayos de madera estructural se realizan en piezas que tengan dimensiones comerciales y que estén provistas de los defectos o singularidades propios del material. Esto realmente no fue siempre así, ya que a principios del siglo XX se utilizaba madera de tamaño reducido libre de imperfecciones obteniéndose valores de resistencia para una madera ideal. Actualmente, se han elaborado numerosas normas a nivel europeo para clasificar la madera en función de estos ensayos, siendo la norma UNE EN 338 la que recoge las clases de resistencia para madera estructural. Estas clases de resistencia las podemos encontrar también recopiladas para ámbito nacional en el Documento Básico de Seguridad Estructural de la Madera (DB SE-M), diferenciándose entre madera maciza, madera laminada encolada y tablero para uso estructural.
A la hora de elegir madera para fabricar vigas de madera, habrá que tener en cuenta tanto la madera que hay disponible como la clase resistente de la misma. Cada clase resistente tendrá unos valoras determinados de flexión, tracción y compresión, así como un módulo de elasticidad concreto y una densidad particular. De esta forma podemos saber que madera se adapta mejor a las necesidades en función de la estructura que queramos diseñar.
Las clases resistentes se dividen para coníferas (C) y frondosas (D). El número que acompaña a esta nomenclatura hace referencia al valor de flexión en N/mm2 que tendrá esa especie.
- Para madera aserrada de coníferas encontramos 12 clases resistentes: C14, C16, C18, C20, C22, C24, C27, C30, C35, C40, C45 y C50. Las clases resistentes que vamos a encontrar disponibles para la estructura en el mercado son las C16, C18, C24 y C30.
- Para madera aserrada de frondosas encontramos 14 clases resistentes: D18, D24, D27, D30, D35, D40, D45, D50, D55, D60, D65, D70, D75 y D80. Las más habituales y que estarán disponibles para ser suministradas en obra son la D24, D30, D40, D50, D60 y D70.
En España las especies que más se utilizan en la construcción de estructuras de madera y, en consecuencia, en la elaboración de vigas de madera son: pino silvestre, pino laricio, pino pinaster, pino radiata, eucalipto, castaño y roble. De todas ellas, las 5 primeras tienen clase resistente asignada:
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