La tarima de madera

La tarima de madera es un suelo que se caracteriza principalmente por su grueso, que oscila entre 18 y 23mm.

La tarima de madera está formada por tablas con mayor dimensión longitudinal que transversal, las tablas son más largas que anchas y estos largos pueden ir desde 60cm hasta 200cm o más. Estas tablas suelen ir machihembradas en todo su perímetro o en los dos laterales.

La tarima de madera puede colocarse encolada a la solera o sobre rastreles, estos rastreles previamente se han unido al suelo encolándolos, clavándolos o con mortero.

Los fabricantes suelen recomendar que la tarima de madera se instale encolada al suelo ya que ofrece menos ruidos y vibraciones, menor movimiento, mayor aislamiento y ofrece mayores posibilidades y ventajas. Si se coloca sobre rastreles, la tarima de madera tiene que ir clavada a los rastreles. El propio machihembrado permite que la madera se mueva de manera natural, además el machihembrado combinado en cantos y testas aporta mayor capacidad resistente ya que hace que el conjunto trabaje de forma más uniforme.

Debido al grosor que tienen las piezas de la tarima de madera, suelen tener mecanizadas en la contracara dos o tres ranuras que permiten que la pieza de madera se mueva sin abarquillarse (deformarse).

Existen otros tipos de sistemas de unión entre tablas de la tarima de madera como el sistema clic, éste se utiliza más en tarimas multicapa y tiene como inconveniente que para la sustitución de determinadas piezas sea necesario romper la junta.

Algunas de las especies de madera más utilizadas para la fabricación de tarimas son; la madera de castaño, la madera de roble, la madera de fresno, madera de haya y madera de eucalipto. De las especies de importación, algunas de las más utilizadas son; madera de cumarú, madera de doussié, madera de elondo, madera de jatoba, madera de roble americano y madera de pino amarillo del Sur.

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