La importancia de los aprovechamientos forestales para combatir el calentamiento global

aprovechamientos forestales

 

El calentamiento global es probablemente el mayor problema ambiental al que se enfrenta la humanidad hoy en día. Como resultado del estilo de vida actual, existe un exceso de emisiones de CO2 cuya consecuencia directa es el aumento del conocido efecto invernadero. De este modo se está acelerando el cambio climático a nivel global, lo que se traduce en un incremento exponencial de las temperaturas. Es en este contexto donde los aprovechamientos forestales juegan un papel clave en la reducción del dióxido de carbónico atmosférico.

Pero ¿cómo es posible que la gestión de los bosques y el uso de la madera ayude a reducir las emisiones de dióxidos de carbono? La idea de aprovechar los montes y extraer sus recursos introduciendo la actividad humana en los bosques puede parecer contraria a fomentar la capacidad de retención de CO2 de las masas forestales. Sin embargo, esta es un percepción totalmente errónea.

Para entender por qué aplicando una gestión forestal sostenible podemos ayudar a combatir el calentamiento global es necesario conocer primero la composición de la madera. Como ya sabemos, por medio de la fotosíntesis los árboles capturan dióxido de carbono de la atmósfera y lo utilizan para crecer, alimentarse y desarrollarse. La madera de las plantas leñosas está compuesta en un 50 % por carbono, que se absorbe mediante la fotosíntesis. Del resto de elementos que componen la madera un 42 % es oxígeno, un 6 % es hidrógeno y un 2 % nitrógeno y otras sustancias como ceras, resinas o grasas. Esto quiere decir que la madera está compuesta mayoritariamente por carbono que capturan las plantas en la fotosíntesis, es decir, que el árbol almacena el CO2 absorbido de la atmósfera en la madera de su tronco. La madera es por tanto el único material que en su producción combate el exceso de emisiones de dióxido de carbono.

Hay que tener en cuenta además que los árboles crecen más rápidamente en las primeras etapas de vida. En la madurez el crecimiento se ralentiza, aunque los árboles siguen desarrollándose y produciendo la fotosíntesis, es decir, continúan captando dióxido de carbono de las atmósfera. No obstante, los árboles más viejos también están más próximos a morir. Cuando un árbol muere vuelve a liberar lentamente el CO2 que ha ido almacenando durante su vida en su descomposición, por lo que su labor reduciendo las emisiones de este gas queda anulada finalmente. Es por eso por lo que los aprovechamientos forestales son fundamentales para garantizar la función de reducción del dióxido de carbono por parte de los bosques.

Cuando un árbol se tala en una etapa madura previa a su muerte, la madera que se aprovecha de él continuará almacenando el carbono que el árbol empleó en formarla. Si esta madera se utiliza y se mantiene conservada correctamente ese carbono no volverá a la atmósfera. No obstante, si dejamos a los árboles morir de forma natural y descomponerse o dejamos la madera abandonada en el monte, todo el carbono será devuelto a la atmósfera en emisiones de CO2 y la labor que pudo realizar ese bosque reduciendo las emisiones de dióxido de carbono habrá sido en vano.

Los aprovechamientos forestales son por tanto una potencial solución para compensar considerablemente el exceso de emisiones de CO2 y con ello ayudar a reducir el calentamiento global. Sin embargo, de nada sirve cuidar las masas forestales y asegurar un adecuado ciclo de absorción de dióxido de carbono por parte de los bosques sí no introducimos cambios considerables en nuestro modo de vida y reducimos las emisiones de CO2 persona a persona.

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